El diseñador como factor de competitividad

Artículo incluido en el libro “Cómo vender diseño”, publicado en junio del año 2021, disponible para descarga aquí.

La eficaz administración del tiempo es un aspecto diferencial del diseñador, cuando se lo analiza a la luz de los habituales incumplimientos en la promesa de entrega que sufren muchos clientes.

El sector educativo tiene una responsabilidad en este sentido, ya que si desea formar profesionales para trabajar en un mercado donde el diseño se convierta en un factor de competitividad, no puede ignorar que – para las empresas – cumplir con los tiempos de entrega prometidos es una parte muy importante de la credibilidad de quien ejerce la labor profesional.    

Si desde la formación diseñamos los incentivos adecuados, el diseño como factor competitivo podrá dejar de ser una declaración de deseos y convertirse en una realidad.


Hace unos años, cuando comencé el proceso de estudio del comportamiento empresarial de los diseñadores emprendedores[1] (analizando la forma y el tipo de decisiones empresariales que tomaban sobre sus propios proyectos y estudios), me planteé algunas preguntas, entre las que se encontraban las siguientes:

¿Por qué toman esas decisiones (muchas de ellas equivocadas, desde un punto de vista estrictamente empresarial)?

¿En qué momento aprenden a tomar ese tipo de decisiones?

¿Cómo es que – a pesar de los malos resultados de esas decisiones – el paradigma (la creencia en que esas decisiones son correctas) se refuerza y persiste?

Para intentar obtener algunas respuestas, comencé a dictar una clase sobre temas empresariales a estudiantes de diseño, en nivel de grado o licenciatura, con el fin de identificar la forma como los estudiantes van manifestando estas conductas antes de salir al mercado y al mundo (y para tratar de identificar, además, cómo se generan).

Lo que pude observar, a partir de atender las preguntas de los estudiantes y de compartir espacios de reflexión con otros docentes diseñadores, es la manera como los comportamientos del diseñador profesional se originan en las aulas (por ejemplo, a partir de los incentivos en clases y exámenes) y se refuerzan al egresar (por ejemplo, en las conversaciones con colegas[2], aunque esos mismos colegas sean los que sufren las consecuencias de esos comportamientos que, de alguna manera, promueven y defienden[3]).

Descripción de una experiencia

Hace unos meses estuve dictando un curso de acercamiento a los negocios en el sector de industrias creativas para estudiantes de diseño (estudiantes de diversas carreras, cuyo promedio de edad apenas superaba los veinte años).

Como era necesaria una evaluación y calificación final para el curso, planteé un ejercicio que puede brindar algo de luz al modo como estos mismos estudiantes, con alta probabilidad de ocurrencia, responderán a pedidos de clientes cuando se conviertan en profesionales (porque es similar al comportamiento que he observado en otros ámbitos y que explica la conducta posterior).

La consigna del trabajo era la siguiente: “realice un informe sobre los temas presentados en clase, o sobre alguna aplicación (de su elección) de los temas vistos durante la semana”. El informe debía contener lo que el estudiante haya considerado relevante, importante y/o valioso. En definitiva, el informe resultaba en una reflexión sobre algún tema de todo lo presentado en las 20 horas de clase.

Como la primera preocupación de los estudiantes era la aprobación del curso, expliqué que – al ser un acercamiento a un tema desconocido por ellos, de importancia para su futuro – me interesaba la reflexión que ellos pudieran hacer sobre la experiencia y la gestión que hicieran sobre la entrega del trabajo, teniendo en cuenta que no habría trabajos desaprobados (con esto, desaparecía un castigo potencial).

Las condiciones de entrega se plantearon de la siguiente forma: se fijó una fecha y hora límite de entrega por email, indicando que el trabajo debía ser realizado en forma grupal (la cantidad de miembros era libre, con un mínimo de dos y un máximo de todos los estudiantes de la clase). La extensión del informe era decisión del equipo.

Resultados: Se presentaron catorce informes (entregó su trabajo la totalidad de los treinta y dos estudiantes). Respecto al tiempo de entrega de los informes, ocho de ellos (57%) se entregaron dentro del tiempo fijado; seis (43%) fueron entregados fuera del tiempo límite (uno de ellos me fue enviado un par de días después del cierre por error del estudiante al copiar mi dirección de correo). Respecto a la conformación de equipos, ocho informes (57%) fueron realizados por grupos de estudiantes (entre dos y cinco estudiantes); seis (43%), fueron realizados por un solo estudiante.

Conclusión: de los catorce informes, cuatro (29%) cumplieron con ambas condiciones (44% de los estudiantes); ocho de ellos (57%), cumplieron con una de las dos condiciones (50% de los estudiantes); dos (14%), no cumplieron ninguna de las dos condiciones (6% de los estudiantes).

Cumplimiento
CantidadTotal%Parcial%Nulo%
Informes14429%857%214%
Estudiantes321444%1650%26%

Como la calificación es producto del cumplimiento de condiciones, los informes entregados en las condiciones solicitadas compitieron entre ellos por la calificación más alta; los informes entregados con cumplimiento parcial fueron evaluados entre sí para obtener una calificación media; finalmente, los informes que no cumplieron ninguna de las condiciones, fueron puntuados con la calificación mínima para aprobar.

Este comportamiento es bastante similar a lo que sucede en el ejercicio profesional: ¿Qué sucede cuando solicito una cotización, cuando se promueve un concurso, o cuando existe la posibilidad de asistir a un evento profesional? Lo mismo que ocurrió en esta experiencia. 

En el caso de haber sido un cliente solicitando una propuesta de trabajo, solamente el 44% de esos estudiantes hubiera calificado para su evaluación. Y no importa cuán creativa o efectiva pudiese haber sido aquella propuesta entregada fuera de fecha, porque no habría tenido posibilidad de ser evaluada.

¿Por qué sucede esto?

Si bien puede haber diversas condiciones (cada lector o analista puede tener una hipótesis diferente), creo que el diseño de los incentivos es clave para generar un cambio de conducta.

Si lo que se evalúa nunca tiene en cuenta la administración del tiempo (porque, por ejemplo, se evalúa el resultado del proceso creativo), es natural encontrar trabajos muy buenos desde lo creativo, que no tendrían chance de competir (porque no serían recibidos al ser entregados fuera de fecha).

Como mencionaba más arriba, esta conducta es habitual. Por ejemplo, en concursos de diseño, hasta en aquellos que prometen importantes premios, es habitual que haya postergaciones en la fecha de entrega (estimo que todo el mundo apuesta a la postergación, dada la importante cantidad de proyectos presentados sobre el cierre de la última fecha)[4].

Ilustración: la administración del tiempo y el proceso de trabajo de un diseñador gráfico. Autora: Daniela Jiménez (Puntarenas, Costa Rica)[5]

Hace unas semanas, leí un artículo en la Revista Noticias donde Mario Bunge – citando al sociólogo norteamericano James S. Coleman – manifestaba: la escuela, cualquier escuela, es un mercado en el que los estudiantes intercambian tareas por calificaciones[6].

Los estudiantes entregan las tareas que se les asignan, esperando una calificación. Por lo general, esperan una buena calificación independientemente del esfuerzo o resultado que hayan generado, sobre todo en ámbitos donde el estudiante ha pasado a ser cliente, calificando al docente (donde la calificación condiciona al docente[7]). Aquí tenemos un incentivo diseñado en dirección a conservar al cliente, no necesariamente orientado a lograr su educación[8].

Volviendo a los incentivos en la educación en diseño y la conformación del paradigma del profesional diseñador, parece que los incentivos en la enseñanza del diseño están orientados en una dirección en la que la administración del tiempo no tiene mayor importancia. Sin embargo, con mucha frecuencia se escucha que el diseño es parte de un proceso productivo, donde el tiempo sí importa. Y se lo escucha cada vez más, debido a la creciente comprensión y comunicación del diseño como un recurso competitivo para las empresas.

Un comportamiento tan habitual que no sorprende

Es normal encontrar estudiantes de distintos niveles, en épocas de entrega de trabajos, durmiendo poco, llegando a finalizar el trabajo en el último minuto antes de la evaluación, quizás luego de días sin descansar. Pero hay casos diferentes. En estos años de trabajo me he topado con dos estudiantes que me han dicho que su experiencia era otra[9]. Y ello, debido a que se organizaban de una forma diferente. Su organización del tiempo era diferente, y llegaban a terminar las entregas unos días antes de la fecha límite, sin sufrir el patrón del resto de sus compañeros. En los casos donde sufrieron la pesadilla del resto de sus compañeros, fue – de acuerdo con sus palabras – por responsabilidad del docente (y su mala administración del tiempo, lo que no es novedad dado el paradigma incorporado).

Pensar en los puntos de apalancamiento

Muchas veces me han preguntado si es necesario enseñar “temas de empresa” (y me lo preguntan haciendo el gesto de las comillas con los dedos), para darle a los futuros egresados una cantidad de herramientas de gestión que les permita desempeñarse mejor en este nuevo contexto[10]. Yo no creo que sea así. Me parece que hay que hacer más hincapié en el “cómo” que en el “qué”. Apuntar al diseño de incentivos en la evaluación para que se desarrollen las competencias que sí tienen que ver con el desempeño profesional. Y la administración del tiempo es una de ellas.

* * *


[1] Sin hacer diferencia entre emprendedores por necesidad o por deseo e identificación de oportunidad.

[2] En ámbitos donde solamente participan diseñadores.

[3] Un ejemplo muy claro sobre esto es la promoción y participación en concursos de diseño, o en los proyectos, promovidos desde las instituciones educativas, donde los estudiantes trabajan con clientes reales. Este tema requiere un análisis más extenso, que no realizaré en este momento.

[4] Ni hablar de eventos dirigidos exclusivamente a diseñadores, donde la enorme mayoría se inscribe a último momento.

[5] Fan page: https://www.facebook.com/danielajimenezcr

[6] Bunge, M. Las deudas de nuestra rebelión. Revista Noticias (Argentina), publicada el 11 de febrero de 2012.

[7] No condiciona a todos los docentes, pero en aquellos ámbitos donde se han visto desvinculaciones derivadas del resultado negativo de las encuestas, es lógico encontrar una conducta más orientada a facilitar la aprobación de los cursos.

[8] En el caso que mencioné antes, recibí varios correos de estudiantes de los grupos incumplidores solicitando una explicación por no haber recibido la calificación máxima. 

[9] Seguramente hay muchos más, pero no son mayoría. Es posible que haya muchos, aunque no se manifiesten abiertamente. Es posible que esto suceda porque la conducta tradicional no es considerada “rara”, lo que sí sucede con la conducta donde el estudiante es muy ordenado en la planificación y administración de su tiempo.

[10] Estos “temas de empresa” son mejor aprovechados por los egresados, que han salido al mercado y han encontrado problemas para los cuales no estaban del todo preparados (sobre todo aquellos que han puesto en marcha su propio estudio o despacho creativo).

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