Artículo incluido en el libro “Lo que creo que es cierto pero no lo es”, publicado en febrero del año 2022, disponible para descarga aquí.
“Se puede medir la dimensión de una persona por aquello que la irrita”, escribí hace unos días. Y agregué que cuando leí esa frase, recordé que uno de los elementos mencionados por Sun Tzu para la planeación de una batalla dice:
“Todo el arte de la guerra está basado en el engaño. […] 3. Irrita a su general y desoriéntale. Si el general está colerizado, su autoridad puede ser quebrantada fácilmente. Su carácter no es estable.”
Cuando una persona se irrita fácilmente es muy previsible. Podemos utilizar eso a nuestro favor y –evidentemente– en su contra.
Algunas personas temen la ira de otros. Sin embargo, el descontrol en el que se sumerge aquel que se irrita fácil lo convierte en un blanco fácil.
Durante su campaña para acceder a la presidencia de los Estados Unidos, Donald Trump protagonizó una polémica cuando le sugirió a una madre –cuyo bebé lloraba mientras él hablaba– que saliera del salón donde se encontraban (ver video al final del artículo).
Si fueras jefe de campaña de su rival, ¿no estarías pensando, todo el tiempo, en formas para poner en evidencia este tipo de cosas?
En este caso podría tratarse de un hecho fortuito, podría tratarse de un hecho planificado por su propio cuerpo de asesores para mostrarlo tal cual es (aunque lo dudo, porque sería como apostar a convertir goles en contra, creyendo en la fuerza que nos otorga el estar en desventaja para salir a convertir más goles) o podría tratarse de un hecho diseñado a medida por los asesores de su rival, apuntando a mostrar –una vez más– el estilo despiadado del candidato republicano frente a los más desprotegidos, como antesala de lo que podría ocurrir en caso de ser elegido presidente.
En cualquier caso, recordemos la famosa frase de Napoleón, quien dijo: “nunca interrumpas a tu enemigo mientras se está equivocando”.
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Donald Trump pide sacar a bebé que lloraba en acto de campaña.