Artículo incluido en el libro “Lo que creo que es cierto pero no lo es”, publicado en febrero del año 2022, disponible para descarga aquí.
“En una versión moderna de una antigua historia sufí, un viandante encuentra a un borracho gateando bajo un farol callejero. Le ofrece ayuda y averigua que el borracho está buscando las llaves de la casa. Al cabo de unos minutos pregunta: ¿dónde se le cayeron? El borracho responde que se le cayeron frente a la puerta. ¿Entonces por qué las busca aquí?, pregunta el viandante. Porque junto a mi puerta no hay luz, responde el borracho.
Todos nos sentimos cómodos aplicando soluciones típicas a los problemas, ateniéndonos a lo conocido. A veces las llaves están bajo el farol, pero a menudo están en la oscuridad. Si la solución fuera visible u obvia para todos, tal vez ya la hubieran encontrado. La insistencia en soluciones conocidas mientras los problemas fundamentales persisten o empeoran es un buen indicador de pensamiento asistémico, lo que a menudo llamamos el síndrome de ´aquí se necesita un martillo más grande´”.[1]
Trabajar sin reflexionar puede llevarnos a buscar las llaves donde se encuentra la luz, en lugar de buscarlas donde se nos han caído. Al buscar soluciones, muchas veces creyendo que nos comportamos proactivamente: ¿comprendemos cuál es realmente el problema con el que lidiamos?
En mi trabajo, encuentro que no siempre se identifica claramente el problema que se intenta solucionar. Al preguntar: ¿cuál es el problema que intentamos resolver?, habitualmente se relatan sucesos que no pueden ser considerados problemas.
Si comprendiéramos qué es un problema, podríamos intentar identificarlo primero, para luego encontrar soluciones a partir de definir los factores causales que lo determinan.
Entonces, ¿qué es un problema?
Según Obdulio Duran[2], un problema es una desviación, positiva o negativa de la realidad observada respecto a una norma, con causa desconocida que nos interesa conocer. Podríamos decir –como se indica en el gráfico– que el problema es la brecha entre lo que espero que suceda y lo que sucede.

Según Adizes, un problema debería ser definido como algo que no deseamos pero que podemos controlar. Si está fuera de nuestro control no es un problema (se trata de un acontecimiento desafortunado).
Ahora bien, si revisamos lo que en la vida cotidiana consideramos como problemas, aparecen muchos aspectos desagradables de la realidad que no pueden definirse como tales, o por lo menos, no deberían serlo para nosotros (y así deberíamos tomarlos).
La comprensión de lo que es un problema nos ayuda a identificar qué situaciones son problema (y cuáles no), para trabajar hacia su solución.
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[1] Senge, Peter; La quinta disciplina; Buenos Aires, Granica, 1990.
[2] Duran, O.; Aspectos a tener en cuenta, En busca de la competitividad; Buenos Aires, Distal, 1999.