Artículo incluido en el libro “Piensa. Decide. Actúa”, publicado en marzo del año 2021, disponible para descarga aquí.
Una gran diferencia entre personas con mente de riqueza y con mente de pobreza, es el uso que cada una de ellas le dan a su tiempo.
Como no podemos ahorrar tiempo (pero sí podemos ahorrar dinero), quienes tienen dinero utilizan su tiempo de forma distinta que aquellos que no tienen dinero. Privilegian el tiempo (que no les sobra) al dinero (que sí les sobra).
La gente con mente de riqueza privilegia el ser, luego el hacer, finalmente el tener. La gente con mente de pobreza se enfoca primero en el tener, luego en el hacer, finalmente en el ser.
Su orientación no define su calidad como personas, sino su enfoque en términos de qué es importante y qué no lo es. Ese enfoque provoca resultados distintos.
La mente de riqueza y la mente de pobreza no son calificativos, sino formas como pensamos, actuamos, sentimos y decidimos a partir de cómo hemos sido educados.
Si reconocemos esto y queremos modificarlo, podremos hacerlo. Si en lugar de reconocerlo, lo atacamos (por el motivo que fuese), no hay chance de cambiarlo (aunque digamos que queremos hacerlo).
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