No es mi culpa

Artículo incluido en el libro “Lo que creo que es cierto pero no lo es”, publicado en febrero del año 2022, disponible para descarga aquí.

Es mucho más fácil decir “no es mi culpa”, que responsabilizarnos por lo que nos sucede. Es mucho más simple decir que todo lo que me sucede es culpa del gobierno, de mi familia, de mis padres, de mis amigos, del clima… del mundo que me rodea.


Quien no asume su responsabilidad, no aprende. Y quien no aprende, se mantiene en un nivel de desempeño constante, obteniendo los mismos resultados de siempre.

¿Quieres progresar? El progreso duele. El progreso cuesta.

Si quieres progresar, pero quieres que otro consiga el alimento, lo prepare, lo mastique y hasta te lo ponga en la boca para que solo debas tragarlo, te cuento una noticia: no vas a progresar. No vas a adelantar un metro. Vas a seguir consiguiendo los mismos resultados. Y por ello, vas a poder seguir culpando al mundo por lo que sufres.

Ese comportamiento es un hábito. Y ese hábito, puede –tranquilamente– formar parte de lo que se denomina “zona de confort”. 

Ese hábito es el tipo de comportamiento de personas de bajo desempeño, impotentes y acusadoras.

Acusan, porque es lo que mejor saben hacer. Apuntan sus afilados dedos hacia todo lo que no funciona, hacia todo lo que no los hace felices, hacia lo que no responde a sus expectativas, hacia lo que ellos consideran errado.

Todos tenemos contradicciones, pero es más fácil verlas en los demás.   

¿No es cierto?

Quienes están trabajando para cambiarse a sí mismos no tienen tiempo de acusar a nada y a nadie, están muy ocupados haciendo lo que tienen que hacer para modificar sus hábitos, para lograr conseguir lo que se han propuesto como meta.

Quien trabaja, finalmente, obtiene lo que se propone. Quien se queja, porque el mundo no lo hace feliz, no.

Yo no pierdo un minuto de mi tiempo escuchando a quienes se quejan por todo. Pueden estar hablando al lado mío durante horas y lo que percibo es una especie de zumbido que, por momentos, puede resultarme molesto.

Como cuando uno duerme y una mosca se acerca al oído. Un momento, un zumbido molesto. Sacudimos la cabeza, tomamos conciencia de que se trata de un zumbido, nos damos vuelta y seguimos durmiendo.

O seguimos en nuestro mundo. Como hago yo cuando reconozco el zumbido de quien se queja, se queja y no deja de quejarse. 

Y esto también es importante entender: quienes se quejan por todo no son tomados en cuenta. Alguien que se queja por todo lo que sucede a su alrededor no es una persona cuya opinión sea tenida en cuenta porque no es palabra con autoridad. 

Entonces: no te quejes por deporte. Tu queja no le importa a nadie. ¿Quieres ver algo distinto en el mundo? Sé el cambio que quieres ver en el mundo. ¿Quieres que tu vida sea mejor? Tú tienes que ser mejor. Sé una persona de alto desempeño. Sé valioso. Suma. 

* * *

Dejá un comentario