Piensas bien, hablas bien

Artículo incluido en el libro “Lo que creo que es cierto pero no lo es”, publicado en febrero del año 2022, disponible para descarga aquí.

Piensas bien, hablas bien, actúas en la misma dirección. Te expones a basura, piensas basura y actúas en la misma dirección.


¿Cuán importante es expresarnos correctamente? ¿Cuán importante es tratar de explicarnos, en lugar de esperar que nos entiendan? ¿Cuán importante es la claridad de pensamiento, para hablar correctamente y actuar con efectividad? 

Siempre me refiero a la importancia de considerar que, si quieres que te entiendan, debes esforzarte por ser claro cuando hablas.

Es decir, en esta dirección, no tiene sentido preguntar si uno ha sido claro a través de la pregunta habitual: ¿me entiendes? Es preferible preguntar: ¿me explico? De esa manera, la presión cae sobre quien explica, no sobre quien se espera que nos entienda. 

No confundir conceptos

Pensar con claridad me lleva a no confundir conceptos, importantes para mi proyecto, para mi trabajo, para mi vida en sociedad.

Por ejemplo, en términos organizacionales y empresariales, habitualmente encuentro que las personas confunden algunos términos, lo que las lleva a no ser efectivas. Si alguien me dice que su meta del día “es hacer un buen trabajo”, está confundiendo medios con fines. El fin es alcanzar una meta, con objetivos claros, valiosos y medibles. El medio para alcanzar esos objetivos es hacer un buen trabajo, cumpliendo –en términos de efectividad– con un plan que no se ha determinado todavía (y no me ha dicho cuál es).

Esto no sucede en negocios informales o en pequeños emprendimientos, dirigidos por personas sin formación profesional. Esto sucede, todos los días, en las empresas y organizaciones más grandes de la ciudad y del país.

¿Cómo lo sé?

Porque hablo con las personas de esas organizaciones y educo a los futuros dirigentes de esas empresas en proyectos de trabajo dentro y fuera de las universidades. Esta confusión de términos lleva a que las personas digan una cosa y hagan otra. No por mala fe, sino porque dicen hacer una cosa y terminan aplicando lo que creen que deben hacer (que es otra).

Afortunadamente, estas diferencias no ocurren (o al menos no las he identificado) en espacios un poco más críticos, como la salud.

¿Pero qué sucedería si esto pasara en la medicina, donde un médico diagnostica incorrectamente y termina aplicando un procedimiento completamente inútil?

¿Qué sucedería si un ingeniero civil hiciera incorrectamente los cálculos necesarios para la construcción de un puente o de un edificio en una zona sísmica?

En ciertos espacios y/o actividades, la claridad de pensamiento que lleva a acciones efectivas sí es importante.

Para hablar correctamente, debemos pensar con claridad. Y para pensar con claridad, debemos exponernos a ideas claras, superadoras, concretas y valiosas.

Piensas bien, hablas bien. Piensas basura, hablas basura. Y si te expones o consumes basura, pensarás basura.

Diferencias culturales

Uno puede tener muchísima claridad de pensamiento, comunicar con claridad y no ser comprendido como desearía. Aparecen diferencias entre lo que uno dice y lo que otro comprende, no ya por las diferencias en lo que significan las palabras sino por las diferencias culturales (esto sucede, por ejemplo, en sociedades receptoras de migrantes, compuestas por diferentes grupos sociales o de diferentes niveles socio económicos).

Un amigo que vive y trabaja en Esmeraldas (Ecuador), donde su familia tiene tierras y ganado, me comentó que, si a él se le ocurre manifestar frente a uno de sus empleados que “se le ha perdido una vaca”, el empleado podría responderle “a mí no me diga ladrón”. ¿Ha habido alguna sugerencia que la vaca ha sido robada? No, pero alguien podría entender que el comentario apunta en esa dirección.   

No es extraño que surjan peleas por malas interpretaciones respecto a miradas. Una persona mira a otra, esta última entiende una mirada de desprecio, responde agresivamente y en treinta segundos están intercambiando golpes.

¿Matarías a tu propia hermana?

Veamos un caso extremo en cuanto a diferencias culturales (donde lo que escuchamos es producto de un paradigma distinto al nuestro): en este video[1], filmado en la ciudad de Amán –capital de Jordania– se pregunta a diferentes hombres qué harían si sus hermanas trabajaran, y entre las respuestas encontramos: “le dispararía, la mataría”.

Esas personas hablan claro y piensan –aparentemente– con cierta claridad. Pero las diferencias culturales son tan grandes, que sus respuestas nos resultan terroríficas.

Es muy probable que esas personas no sean agresivas y/o violentas con sus hermanas, pero frente a preguntas que los enfrentan a sus tradiciones (y a sus paradigmas), responden como se espera que respondan.

Conclusión

Para actuar con efectividad debemos tener claridad de pensamiento. Y esto también es valioso para hablar con claridad con quienes queremos comunicarnos.

Las diferencias culturales pueden generar problemas a partir de diferencias de interpretación. Pero con paciencia e intención de ser comprendidos, podemos sortear esas diferencias. 

Piensa bien. Habla bien. Actúa bien. Accede a contenido de valor para alcanzar el nivel de pensamiento, conversación y acción que deseas.

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[1] Deutsche Welle. Entrevista en Amán, Jordania (2017). https://goo.gl/vdXuTX

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