Hablar en dos líneas es como darle a alguien un bocadillo en lugar de una comida completa. Sí, puede saciar la ansiedad por un momento, pero se sostiene en el largo plazo. En cambio, escribir textos más extensos es como preparar una cena completa, con entrada, plato principal y postre. Tienes el espacio para desarrollar tus ideas, para adentrarte en los detalles, para realmente darle sabor a lo que estás diciendo. Y eso, querido lector, es un festín que realmente nutre la mente.
El mundo está lleno de aperitivos, de pensamientos a medio formar, de ideas comprimidas en un puñado de palabras. Pero hay algo valioso, algo profundamente satisfactorio en zambullirse en un texto más largo, en perderse en las profundidades de un argumento bien desarrollado. Y créeme, hay personas que valoran eso. Personas que están cansadas de picar de un lado a otro, que están buscando algo más sustancioso, algo que puedan masticar y saborear.
Escribir textos más largos no es para todos. Pero para aquellos que están dispuestos a dedicar el tiempo, a poner el esfuerzo, puede ser una forma poderosa de construir una audiencia. Porque en un mundo de bocadillos, un festín es algo que se destaca. Así que no tengas miedo de extender tus ideas, de cocinar algo más grande. Nunca se sabe quién podría estar esperando para sentarse a tu mesa.
