¿Son las personas tóxicas realmente un problema?

Artículo incluido en el libro “Lo que creo que es cierto pero no lo es”, publicado en febrero del año 2022, disponible para descarga aquí.

Una persona que se comporta en forma tóxica necesita un espacio y personas a las cuales arrojarles su toxicidad. La pregunta más importante es: ¿eres tú quien le provee el espacio para que se comporte de esa manera?


“La gente te inspira o te desgasta. Selecciónala sabiamente.” Hans F. Hansen.

No creo en personas tóxicas absolutas.

Creo que una persona puede ser tóxica para otra, pero no necesariamente para todos los que la rodean. Una persona es (o puede ser) tóxica para alguien. Y para que una persona sea tóxica, tiene que aplicar y/o descargar su toxicidad en otra.

Una persona que se comporta en forma tóxica necesita un espacio y personas a las cuales arrojarles su toxicidad. La pregunta del millón es: ¿quién le provee ese espacio?

Por ejemplo, si una persona es negativa, lo es a partir de la evaluación que hace otra persona, que no lo es, o no lo es tanto. En cambio, para una persona muy negativa, otra que no lo es tanto podría ser una optimista insoportable.

Una persona es quejosa con quien le da la oportunidad de quejarse; una persona se hace la víctima con quien le da oportunidad de comportarse como víctima; una persona es envidiosa y celosa con quien le da oportunidad de demostrar su envidia y celos. 

En su libro “Mentor 101”, John C. Maxwell cita a Virginia Arcastle quien comentó: “cuando las personas están hechas para sentirse seguras, importantes y apreciadas, no les es necesario hacer sentir menos a los demás para percibirse superiores”. Eso es lo que la gente insegura tiende a hacer: sentirse mejor a expensas de otros.

Uno puede rodearse de personas tóxicas, en la medida en que lo desee, en la medida en que no pueda identificarlas, o en la medida en que no pueda administrar esas relaciones (y, en consecuencia, su toxicidad).

Por ejemplo, si mi madre (o cualquiera de las personas con las que me relaciono) fuese una persona tóxica –digamos que se queja todo el tiempo, mientras que yo no soporto a las personas que se quejan– podría pedirle que deje la queja para conversaciones con personas a las que ese tema les interese o cambiar los temas de conversación con ella, para evitar aquellos que incluyan una queja; podría reducir mis conversaciones con ella a lo estrictamente necesario; podría disminuir mi interacción con ella a fin de reducir el impacto de su toxicidad; podría cancelar mi interacción con ella a fin de no escuchar nunca más sus quejas (o a ella).

Lo que no puedo hacer es cambiar a mi madre… lo que sí puedo hacer es modificar mi relación con ella a lo estrictamente necesario para mantenerla en mi vida sin escuchar una sola queja más.

La persona tóxica no es el problema. Porque un problema es, en principio, una situación sobre la que tengo algún tipo de control. El problema es la relación que yo establezco con ella, para que me utilice como repositorio de su basura.

Lo que no puedo controlar es el impulso de esa persona por quejarse; lo que puedo controlar es mi relación con ella.

¿Qué generan en nosotros las personas tóxicas?

Este tipo de personas nos generan principalmente estrés.

De acuerdo con estudios realizados, el estrés tiene un efecto negativo y perdurable en el cerebro. Unos cuantos días de exposición al estrés afectan la efectividad de las neuronas en el hipocampo, una importante área del cerebro responsable del razonamiento y la memoria. Semanas de estrés provocan daños irreversibles en las células del cerebro, y meses de estrés pueden destruirlas permanentemente.

En definitiva, la gente tóxica no sólo te hace sentir miserable, también daña fuertemente tu cerebro.

¿Puedes convertirte, aún sin quererlo, en una persona tóxica?

He escuchado a Jim Rohn, quien –entre tantos otros– ha dicho que con el tiempo uno se convierte en el promedio de las cinco personas con las que mayor tiempo pasa (o con las cinco personas con las que se rodea).

Piensa en esas cinco personas que tienes a tu alrededor y verifica la toxicidad de cada una (si es que son tóxicas). ¿Te gustaría convertirte en el promedio de todas ellas? Y si son personas tóxicas: ¿cómo te ves en el corto plazo, convirtiéndote en algo parecido a ellas?

Algo es seguro: si te rodeas y te sientes cómodo/a con personas tóxicas, terminarás siendo como ellas.

Sin embargo, siempre hay algo que se puede hacer.

No puedes apartarte de las personas tóxicas hasta que no las identificas. Y hay una diferencia muy importante entre aquellos que son molestos o difíciles y aquellos que son tóxicos.

Diez tipos de personas tóxicas

Aquí hay una pequeña descripción de diez tipos de personas altamente tóxicas. ¿Reconoces alguno de estos tipos en ti mismo? ¿Reconoces alguno de estos tipos en personas bien cercanas a ti?

1. El chismoso

Los chismosos se deleitan con la desgracia de los demás. El proyecto de vida del chismoso es hablar acerca de la vida de terceros y, en particular, de las malas decisiones que otros –que ni siquiera conocen– han tomado para con sus vidas. Al principio pueden parecer simpáticos, ya que tienen historias picantes para contar. Pero al rato se vuelven repetitivos, insípidos y en ocasiones, desagradables. Habiendo tanta gente interesante con la cual hablar, ¿para qué hacer un mal uso de nuestro tiempo escuchando chismes que no importan, de gente que no nos importa?

2. El temperamental

El temperamental no tiene control sobre sus emociones. Te atacan y se desquitan contigo pensando que eres la causa de todos sus problemas.

3. La víctima

Las víctimas pueden ser difíciles de identificar debido a que uno empatiza con la persona en problemas. Pero a medida que pasa el tiempo, te das cuenta de que su “tiempo de necesidad” es todo el tiempo. Las víctimas eluden toda responsabilidad personal al convertir sus problemas en montañas imposibles de escalar.

4. El absorto en sí mismo

El absorto en sí mismo solo piensa en él, haciéndote sentir mal por su falta de sentimientos por terceras personas. Puedes darte cuenta de que tienes a tu lado a este perfil pues te sientes solo, y eso sucede porque en lo que a ellos respecta no existe ninguna razón para establecer una verdadera conexión entre ellos y otras personas. Tú eres una herramienta que usan para construir su autoestima.

5. El envidioso

Siempre habrá alguien a quien le va mejor que a ti, o al que le suceden mejores cosas que a ti. El problema es estar pendiente de ello todo el tiempo, porque puedes subestimar tus propios logros. Y peor, cuando aparece el envidioso quien te lo hace notar en forma permanente.

6. El manipulador

El manipulador es difícil de detectar pues se comporta como amigo, mientras roba tu tiempo y energía en un vínculo en el que tú siempre das y ellos siempre toman. El manipulador sabe lo que te gusta, lo que te hace feliz y lo que piensas que es divertido, pero utilizan esa información para sus propios intereses.

7. El dementor

El dementor es aquella persona negativa y pesimista, con la capacidad para imponer ambas en cualquiera a la que se acerquen.

En la serie de “Harry Potter” los dementores son criaturas malignas que se roban el alma de las personas y dejan sus cuerpos como meros cascarones. Cada vez que un dementor entra a una habitación, esta se oscurece, la gente siente frío y vienen a la mente sus peores recuerdos. Rowling dice que desarrolló el concepto de dementor basándose en la gente sumamente negativa, el tipo de persona que tiene la capacidad de entrar a una habitación e inmediatamente robarle la vida a quienes se encuentran allí.

8. El retorcido

Personas con malas intenciones que desarrollan una gran satisfacción con el dolor y la miseria de otros. No tienen ningún interés por el otro; existen para lastimarlo, para hacerlo sentir mal y/o para sacar algo de él/ella.

9. El criticón

Los criticones son personas que juzgan inmediatamente todo lo que haces, haciéndote sentir terriblemente mal. Los criticones no valoran ni aprenden de terceros, ya que su mirada es de desprecio. Con su actuar, te roban las ganas de ser apasionado y expresivo, es decir, de ser tú mismo/a.  

10. El arrogante

La arrogancia representa falta de confianza e inseguridad. El arrogante considera todo lo que haces como un reto personal. Por lo general, los arrogantes no tienen buen desempeño, son desagradables y tienen más problemas de aprendizaje que la persona promedio.   

Entonces: ¿cómo tratar con las personas tóxicas?

He dicho al principio que no podemos cambiar a una persona, sea tóxica o no. Lo que sí podemos hacer es modificar nuestro vínculo con ella.

El primer paso, entonces, es su identificación. Debemos tener la capacidad de identificar quién es una persona tóxica (con nosotros, no por el placer de andar por la vida haciendo ese trabajo por otros).

El segundo paso es operativo. Tenemos que modificar nuestro vínculo con ellas. A veces, será cuestión de disminuir nuestro contacto; en otros casos, de cortar todo vínculo con ellas.

El tercer paso implica disciplina. Tenemos que mantener ese vínculo, de la manera como lo hemos replanteado, en forma constante.

El cuarto paso es preventivo. Tenemos que mantenernos en alerta frente a las personas con las cuales iniciamos o modificamos un vínculo.

Finalmente: ¿y si nosotros…?

Podría suceder que nos resulte muy atractivo, aunque no podamos reconocerlo conscientemente, ese tipo de personas y el tipo de vínculo y/o trato que nos proponen.

En ese caso, ni identificarlas, ni modificar nuestro vínculo, ni mantenerlo en forma disciplinada servirá… porque somos nosotros quienes tenemos la inclinación (o el deseo) a comportarnos como repositorios de la basura y la toxicidad de quienes nos rodean.

En ese caso, el trabajo es otro, e implica un proceso de identificación diferente, en un espacio profesional especialmente orientado a ello.  

Pero siempre, en cualquier caso, el trabajo será sobre uno mismo y no sobre otros.

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