Artículo incluido en el libro “Lo que creo que es cierto pero no lo es”, publicado en febrero del año 2022, disponible para descarga aquí.
Mucho más importante que cumplir con un listado de tareas, es cumplir con un listado de resultados. Esos resultados son las metas que hemos definido alcanzar. Al enfocarnos en metas, cambian nuestras tareas y la prioridad que le asignamos a ellas.
“Aquellos que no tienen metas, se condenan a trabajar para aquellos que sí las tienen.”
Simples preguntas
Una simple pregunta para aquellos que alguna vez tuvieron la oportunidad de armar un rompecabezas: ¿es absolutamente necesario saber cuál es la imagen final que hay que obtener?
Otra simple pregunta, ahora para aquellos hombres –y también mujeres, por qué no– que jueguen o hayan jugado alguna vez al fútbol: ¿han intentado hacer un gol, con los ojos vendados, sin saber –a ciencia cierta– si había un arco en la dirección en la que pateaban el balón?
Para aquellos que practiquen el deporte del tiro con arco (con arco y flecha, específicamente): ¿no resulta difícil, disparar una flecha a un blanco que no sabemos si existe, o que –si existe– no sabemos dónde está?
Y ahora para los arquitectos y/o ingenieros, dedicados a la construcción: ¿no resulta difícil construir una casa sin planos que nos guíen en el proyecto?
Yo creo que debe ser difícil, en cada caso, llegar a buen puerto sin saber cuál es ese puerto al que debemos llegar.
Una última pregunta, ahora para todos: ¿no resulta raro –teniendo todos estos ejemplos donde hacemos lo que hacemos en función de una meta muy concreta– vivir una vida sin metas, sin planes que nos orienten a conseguir lo que verdaderamente queremos?
Hablemos de metas
Si vamos a hablar de metas, debo preguntar en forma adicional: ¿cuál es tu propósito en la vida? ¿Cuál es tu sueño? ¿Cuáles son tus objetivos? ¿Cuál es el plan que estás siguiendo para llegar a ellos?
Es posible, y muy probable, que en alguna oportunidad alguien te haya hecho estas mismas preguntas. Pero con el trabajo cotidiano a realizar, seguramente ha sido escaso el tiempo y el esfuerzo que le has dado a pensar y a responder concretamente.
Hagamos otras preguntas: ¿qué (y quién) dirige tu vida? ¿Qué (y quién) limita (o condiciona) tu vida?
Muy probablemente respondas que eres tú quien la dirige. Y te creo. No tengo ninguna intención de contradecirte.
Pero solo como ejercicio, haz un listado de tus tareas cotidianas. ¿Quién ha decidido realizar ese trabajo, cumplir con esas tareas? Si las has elegido tú para cumplir con tus metas, tú diriges tu vida. Si esas tareas son el resultado de las metas de alguien más, entonces tienes escaso control y dirección sobre ella.
Para comenzar a tener mayor control sobre tu vida, debes establecer metas. De esa manera tendrás un listado de éxitos a lograr, en lugar de tener un listado de tareas a realizar.
Tener metas es importante, porque el éxito –tu éxito, lo que hayas determinado como éxito– depende de su cumplimiento.
¿Quiénes definen metas?
Solo un pequeño porcentual de personas define metas. Algunos estudios hablan de menos del 5%.
El problema es que la mayoría de las personas no sabe lo que quiere, o tiene una idea muy vaga acerca de ello.
Si le preguntas a cualquier persona acerca de sus metas, te contestarán que sí, que por supuesto tienen metas. Sin embargo, esas declaraciones (del tipo “quiero ser rico”, “quiero ser feliz”, “quiero tener buena salud”) son meras especulaciones y/o deseos formulados al azar.
Todos tenemos ese tipo de deseos.
¿Por qué no definimos metas?
Aunque saben que deberían, según Brian Tracy hay cuatro razones por las cuales las personas no establecen metas:
1. No se dan cuenta de su importancia
Si tu crianza no incluyó el establecimiento de metas, es muy probable que no establezcas metas porque no parecen ser importantes. Si tu grupo de referencia tampoco establece metas, será difícil hacerlo. ¿Conversas sobre estos temas con tus hijos? ¿Tus padres han conversado contigo sobre estos temas?
2. No saben cómo hacerlo
Nadie enseña a establecer metas, ni siquiera en la universidad. ¿Cuántos años de escolaridad has tenido? ¿Alguna vez, alguien te ha enseñado a establecer metas? ¿Alguna vez, alguien te ha hablado de las habilidades requeridas para lograr el éxito? Quizás te han hablado acerca del esfuerzo, pero el esfuerzo no enfocado (en metas) es inútil.
3. Tienen temor a la crítica y/o al rechazo
Un enorme temor de la mayoría de las personas es el ser juzgado o ridiculizado por los demás. Si uno cuenta una idea, un plan, un deseo o un anhelo, mucha gente te dirá que no se puede. Te dirán las razones por las cuales ello es difícil y tratarán de desalentarte de hacerlo. Por ello, mantén tus metas confidenciales. Conversa y discute sobre tus metas con personas que también tengan metas.
4. Tienen temor al fracaso
Es el principal motivo por el cual la gente fracasa. El temor al “no puedo”. Sin embargo, el fracaso es esencial para el éxito. Es imposible tener éxito sin fracasar. Si evades el fracaso, no podrás tener éxito. La clave del éxito es fracasar. Los exitosos multiplican su tasa de fracasos. ¿Cuántas veces fracasó Edison? Edison fue el mayor fracaso en la historia de la invención: miles de intentos que terminaron en fracaso. Pero gracias a ello patentó 1.094 aparatos, 1.053 de los cuales fueron a producción comercial. ¿Y el Colonel Sanders (fundador de la cadena Kentucky Fried Chicken)? Visitó más de 1.000 restaurantes para vender su receta antes de encontrar uno que le pagara una regalía por ella. ¿Tú lo harías? Éxito y fracaso van de la mano, pero hay que aprender de ellos. Como dice John Maxwell, “a veces se gana y a veces se aprende”.
La planificación y el largo plazo
Establecer metas implica, entre otras cosas, trabajar en planificación.
¿Qué significa planificar?
Traer el futuro al presente.
¿Por qué la gente no planifica? ¿Por qué la gente no tiene planes orientados a lograr éxitos?
La excusa que más he escuchado es que planificar no sirve para nada porque todo cambia demasiado rápido.
Ni hablar acerca del “largo plazo”.
La creencia habitual es que el largo plazo es un momento tan adelante en el tiempo, que no tiene ningún sentido hablar sobre ello. Sin embargo, hablar del largo plazo tiene otro significado: significa considerar las consecuencias futuras de las decisiones actuales. Y en ese caso, hablar del largo plazo, hablar de planificación y hablar acerca de metas empieza a tener todo el sentido del mundo. Porque todos los días tomamos decisiones que tienen consecuencias en el largo plazo.
Solamente considera el hecho de inscribirte (o no) en la carrera universitaria que te gusta. Esa decisión, que hoy puede parecer pequeña, tiene grandes consecuencias a largo plazo.
Las metas y el control de tu vida
Habitualmente, las personas se manejan con un listado de tareas cuya agenda es definida por otros. Por ejemplo: el listado de trámites a realizar. Eso no es vivir. Eso es, simplemente, cumplir con los requisitos –muchos de ellos completamente inútiles, pero requisitos al fin– para vivir en sociedad.
Según George Lorimer, “tiene que levantarse cada día con decisión, si quiere irse a la cama con satisfacción.”
Una persona que me dice que ha cumplido con todas sus metas del día, al haber cumplido con todos los trámites que la sociedad y el gobierno le obliga a hacer, no es una persona que vive su vida. Es una persona que cumple con la agenda y los planes de terceros.
Si quiero irme a la cama con satisfacción, debo levantarme y encarar el día con decisión. Pero con decisión de cumplir con, al menos, un ítem que me acerque a mis metas.
Todos los días debo hacer algo que me acerque a mi meta.
Esta determinación de “caminar todos los días mis 20 millas” es una de las claves del éxito.
El significado de caminar todos los días 20 millas
Cuenta la historia que, a principios del siglo XX, había muchos expedicionarios interesados en conquistar y ser los primeros en llegar al Polo Sur.
Hacia el año 1911, dos expedicionarios iniciaron esa travesía casi al mismo tiempo. Uno, inglés, llamado Robert Falcon Scott; el otro, noruego, llamado Roald Amundsen.
Habiendo partido casi al mismo tiempo, cada uno eligió para su travesía un enfoque diferente: Scott (y su expedición) caminaba solo durante los días buenos (caminaba todo lo que el cuerpo le permitía) y descansaba los días de mal clima; por el contrario, Amundsen impuso la disciplina de caminar todos los días unas 20 millas sin importar cuál fuese el clima.
¿Cuál fue el resultado?
Amundsen llegó al Polo Sur el 14 de diciembre de 1911; Scott, el 17 de enero de 1912, un mes después. Pero no solo eso. Amundsen llegó primero y lo hizo el día proyectado. Adicionalmente, al regresar al campamento base, caminando disciplinadamente como lo había hecho a la ida, también regresó el día previsto.
En comparación, Scott no solo llegó al Polo Sur casi cinco semanas después de Amundsen, sino que no logró regresar al campamento base pues murió en el camino de vuelta (alrededor del 30 de marzo).
El enfoque es clave
En particular, este enfoque de las 20 millas –como podemos denominarlo desde ahora– implica que, no importa cuál sea el clima, mantendremos la disciplina de caminar –todos los días– para alcanzar nuestra meta de la forma y en el día previsto.
En este tema de la determinación y cumplimiento de metas, hay otro tema que también es necesario tocar y es el siguiente: hay una enorme diferencia entre vivir y sobrevivir.
Vivir o sobrevivir
Tener un empleo, puede ser entendido como existir para sobrevivir. Tener proyectos, puede ser comprendido como vivir. En ambos existen riesgos.
En el primero, vendemos nuestro tiempo para cumplir los sueños de otros. El riesgo es no vivir la vida que queremos, sino la que nos dejan. En el segundo, diseñamos la vida que queremos para cumplir nuestros sueños. El riesgo es no lograr nuestro cometido.
La escuela te enseña herramientas para trabajar. En la escuela, a nadie le importa lo que te importa y/o lo que te gusta. Simplemente haces lo que tienes que hacer porque te lo ordenan.
La etapa posterior al nivel primario y anterior a la universidad es un tiempo perdido para todos los jóvenes. A casi ningún adolescente le interesa la escuela de la forma como la escuela presenta su propuesta de educación (mejor dicho, de enseñanza).
A mí me hubiese gustado una educación orientada a ser feliz.
Nunca, en mis años de educación (desde los 5 años en que inicié el ciclo primario hasta los 35 en que culminé mis materias del doctorado), he tenido una solo clase orientada a la determinación de metas. Me han tenido prestando atención a diversas materias y disciplinas que jamás me importaron. Y aquello que verdaderamente importa, como el entender la dinámica de la sociedad, del trabajo, del dinero, de la determinación y cumplimiento de metas… de eso, nadie, nunca, ocupó un minuto de su tiempo.
Metas grandes y alcanzables
Volvamos a las metas y a los logros que nos resultan importantes alcanzar.
No importa lo grande o aparentemente inalcanzable de la meta. Si dividimos esa meta en pequeños pedacitos, muy probablemente logremos llegar a ella.
Un ejemplo sobre esto en particular:
En 1972, un adolescente de 16 años llamado John Naber, en ese momento excelente nadador, vio los Juegos Olímpicos de Munich por televisión. En esos momentos definió como meta ser nadador olímpico y competir en los siguientes juegos. Para ello, calculó que, para poder llegar a ser un nadador de categoría olímpica, debía mejorar su tiempo en unos cuatro segundos.
Para una persona como él, bien entrenado, esto era muy difícil porque los nadadores mejoran sus tiempos en fracciones de segundo. Pero pensó que, si planeaba entrenar durante diez meses por año durante los siguientes cuatro años, debería mejorar una décima de segundo por mes. Aun así, el desafío era enorme. Pero creía que podía lograrlo y a su vez quería hacerlo.
Su idea, su plan y su trabajo rindieron frutos: regresó con cinco medallas de los Juegos Olímpicos de Montreal del año 1976, cuatro de ellas de oro.
Define metas, establece un listado de logros y orienta tus tareas en función de ellos.
Conclusión
Piensa en tu sueño. No pongas atención en lo que no puedes hacer. Piensa por un momento en la forma de acercarte, al menos hoy, un poco al mismo.
Ese sueño puede traducirse en metas.
Piensa en metas que, diariamente, semanalmente, mensualmente, te acerquen al sueño.
Cuando consideramos que cualquier tarea, por enorme que sea, puede ser descompuesta en pequeñas partes, empezamos a definir ese camino que, paso a paso, nos conduce a donde deseamos.
Ya lo dice la historia: ¿cómo hace una hormiga para comerse un elefante? Simplemente, bocado a bocado.
Piensa en la meta, y trabaja –todos los días un poco– en forma constante y disciplinada para acercarte a ella.
Un día, y es importante planificar para definir cuándo, la alcanzaremos.
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